Buenos días en esta hermosa mañana que nos ha regalado el señor Jesús.
Gracias al espíritu santo de Dios por darnos la satisfacción de poder disfrutarla en todo su esplendor.
En el día de hoy les hablaré sobre una anécdota:
“La Fruta del árbol”
Cada mañana llevo a mi niña a la escuela.
En la salida de la casa hay un árbol plantado en el frente de la casa del vecino, pegado a su patio.
El árbol hecho una sola fruta, es la que aparece en la portada del mensaje.
La fruta esta comestible, y se ve súper rica y hermosa.
Es donde comienza el análisis personal conmigo misma y determino lo siguiente:
El primer órgano pecador de nuestro cuerpo es la vista. Con cuáles intensiones veo la fruta?
El segundo órgano pecador son las manos. Tengo el derecho o el permiso a tocar esa fruta?
Y el tercero tomar una decisión. Dejarla ahí y disfrutar cada día admirándola O tomarla (podría desperdiciar o perder el mensaje que Dios quiere que aprenda cada mañana mientras paso frente a ella cada día).
Cuantas veces nos encontrados con situaciones que parecen buenas, pero son malas. O tomamos decisiones que parecen buenas, pero en realidad son malas. Mi decisión fue dejar la fruta en su mismo lugar.
Dios es un Dios de amor, y somos tentados, estamos siendo probados por las pequeñas cosas de la vida, porque Dios quiere saber si somos merecedores de las grandezas que quiere darnos, ver si somos merecedores de la bendición que tiene preparada en esa mañana y cada una de las mañanas siguientes.
Pero, qué sucede nos desesperamos por puras cosas simples de la vida, porque fueron tan fáciles y nos parecieron buenas. Mi alma llora al saber que Dios quiere ayudarnos con lo más sublime, con lo más simple de la vida. Por esa falta de fe, de compasión, de un mínimo respeto por nosotros mismo es que lo perdemos todo, absolutamente todo. Y lo que Dios quería darnos al instante se desvanece. Ese dolor sublime que poco se conoce, es como el sufrimiento que Dios siente al saber que no fuiste capaz de esperar, por no poder comprenderme, por no mostrar un poquito de respeto a ti mismo. Cuántas veces hemos sido expuestos a tales tentaciones en nuestras vidas?.
Queridos amigos, si queremos obtener nuestros frutos, esperemos en Dios, en obediencia. Respetándonos a nosotros, le obedecemos a él. Respetando nuestro entorno, a todos los que nos rodean, les estamos agradando más a él. De esa forma le permitimos a Dios obrar y seremos merecedores de sus bendiciones. En este día te invito a que juntos tomemos buenas decisiones en la vida y para esto Dios nos dice y nos muestra el camino en su santa palabra. Santiago 1:5:
“Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”.
Amén.