¿Cómo entender a Dios, a nuestro padre celestial? Primero tenemos que reconocer el núcleo de nuestra familia. Está quien hace el papel del padre, el papel de la madre, el de la hermana y el hermano.
Les pondré un ejemplo: Cuando somos niños pequeños que algo nos duele, nos lástima o molesta, de inmediato acudimos a nuestros padres o hermanos. Reconocemos y entendemos que sanaran nuestro dolor y repondrán nuestra alegría.
Mientras somos niños lo que sentimos fácilmente se puede notar, lo expresamos y lo decimos. Cuando eso pasa al instante somos sanados y renovados por nuestra familia. Saltamos y brincamos de alegría a la próxima aventura.
Así mismo es el amor del padre, de nuestro padre Dios que está en los cielos.
Al igual que el padre, la madre o los hermanos, Jehová Dios está esperando que deposite toda tu confianza en él y pueda decirle de todo corazón tus sentimientos, para que puedas ser libre y recuperar nuevamente tu alegría y tu gozo tanto terrenal como espiritual.
Para eso, debemos aceptar a Dios a que forme parte de nuestra vida, que sea el guía principal en el hogar.
Tenemos que identificar a Dios como el primero, sobre todas las cosas. Hacerlo formar parte integra de nuestro núcleo familiar.
Hechos 16:31, dice en su santa palabra:
“Ellos dijeron: Cree en el señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.”
Cuando llegamos a la edad de adolescentes o adulto, parece que nuestras heridas o sentimientos pasan a otro plano. Y hacemos lo contrario a cuando éramos niños, la ocultamos, nos hacemos los fuertes y tratamos de que no se noten. Y pensamos que nuestros padres ya no son suficientes para aliviar nuestro sufrimiento y nuestras penas o para devolvernos la alegría como lo hacían antes. La verdad es que debemos seguir siendo niños y expresar todo lo que en esta tierra, en este mundo nos afecta porque ellos son los protagonistas de ayudarnos a sanar nuestras heridas y reforzar nuestros sentimientos.
En su ausencia, de igual manera nuestro padre celestial Dios puede sanar nuestras heridas y aquellas que solo él sabe que nos afectan y puede hacerlo todo el tiempo.
Cuando nos hacemos adulto, ¿por qué no acudimos a nuestro padre, madre o hermanos (Como un acto de comunicación y valoración ya que han estado siempre para nosotros)? Por el temor de saber que están en lo correcto. Pero a pesar de todo nos siguen amando.
Así mismo es nuestro padre celestial. Aún en medio de todas las circunstancias, nos sigue amando y protegiendo.
Comenzamos entonces a entender a Dios como nuestro padre celestial, cuando ya hemos aprendido a entender a nuestros padres en la tierra.
Comenzamos a entender a Dios cuando lo hacemos parte importante de todas nuestras acciones y le decimos las cosas que nos afectan, de manera que sea devuelta a nuestra vida la alegría y sea siempre lleno de su inmenso gozo espiritual.
Queridos amigos en esta mañana, devolvámosle el valor que se merecen a nuestros padres, tanto en el cielo como en la tierra. Seamos fieles a ellos. Para poder vivir una vida plena, sin ataduras y puedan disfrutar con total libertad. Que sus aventuras puedan seguir siendo contadas, en el nombre de su hijo amado Jesucristo.
Amén